Los sistemas de transporte tienen un impacto importante en la calidad del aire, los niveles de emisión de contaminantes y los niveles de ruido de las ciudades. Los autobuses se perciben como un medio de transporte más eficiente , sin embargo la concentración de ellos en las ciudades significa que son un importante contribuyente a la contaminación local.
La composición de la flota, por tanto, debe buscar un balance entre aspectos sociales, ambientales y financieros. No obstante en un contexto de constante cambio tecnológico, la toma de una decisión que favorezca tanto a la ciudad y a los usuarios, como a los intereses de los operadores es extremadamente compleja.
Las opciones entre las que escoger son diferentes en función de diversos factores como podrían ser: el precio, rendimiento, fuentes de energía, sistema de almacenamiento de energía, tamaño del vehículo, layout, proveedor, esquemas de negocio, entre otros. Además, a esto se suma que algunas alternativas se encuentran en la primera fase de la curva de desarrollo tecnológico, donde la velocidad de cambio en términos de precio y rendimiento es alta. Por ejemplo, actualmente una batería para un bus eléctrico puede costar 30% más y rendir un 25% menos que las que salgan a la venta en un año.
Frente a las concesiones de sistemas de buses en América Latina, donde los plazos son largos y los subsidios están en etapa de implementación, el camino recomendado para tomar este tipo de decisiones es informar la decisión y realizar un análisis multicriterio de opciones que evalúe todos los aspectos relevantes. Es un reto predecir el comportamiento de las tecnologías nuevas, pero los desarrolladores de tecnologías y los proveedores siguen trabajando y prevén grandes oportunidades de mejora en términos ambientales y financieros en la operación de buses.
A pesar de que las normas ambientales en América Latina, a diferencia de Europa, no son uniformes entre los países (ni tampoco demasiado estrictas), ya sea por iniciativa pública o privada, se han implementado tipologías de buses más amigables con el medio ambiente en varias ciudades. Este es el caso de los buses a gas en Perú, Colombia y Brasil, los buses híbridos en Bogotá y los trolebuses en Ecuador. En estas ocasiones no solo se consigue disminuir los niveles de contaminación, como es el caso de los buses eléctricos o trolebuses, sino también reducir los costos operacionales por un mayor rendimiento a causa de la recuperación de energía en los buses híbridos o menor costo del combustible en los vehículos a gas.
Además de las tecnologías ya probadas en nuestra región, existen en Europa, Asia, el Reino Unido y Norteamérica otras en diferentes estados de madurez: buses 100% eléctricos (trolebuses y batería), buses híbridos en serie o paralelo de diferentes clases (diésel + eléctrico, gas + eléctrico, diésel + gas, entre otros), buses con combustibles menos contaminantes (hidrógeno, biodiesel, biometano) y buses diésel euro VI. Cada una de las categorías todavía se puede dividir más si se tiene en cuenta el tamaño del bus (padrón, articulado, biarticulado), el sistema de almacenamiento de energía (baterías, ultracapacitores, volantes de inercia o “flywheels”), el sistema de recarga de energía (con cable, por inducción), la autonomía (carga para todo el día o por oportunidad), el tamaño del motor de respaldo, entre otros elementos que afectan el costo de la vida del bus y sus beneficios.
En definitiva, como podemos ver, una actualización tecnológica no es una decisión sencilla de tomar pues, a pesar de los beneficios brevemente mencionados, el costo de capital inicial, las renovaciones y las recompras de elementos como las baterías pueden implicar mayores niveles de inversión en capital, en capacitación de personal y en general condiciones distintas a las que tradicionalmente se han operado.
Por otro lado, cada tecnología tiene diferentes resultados en cada una de las ciudades y la decisión debe tomarse a la medida. Aspectos muy importantes de la operación como: número de usuarios al día, velocidad promedio, número de paradas o estaciones, estacionamientos, tiempos de parada, número de rutas, nivel de segregación del tráfico, influyen en el desempeño de las tecnologías. El clima, la topografía, el costo de la energía, la tasa de descuento y otros elementos externos específicos a la ciudad también deberán tenerse en cuenta pues ayudarán a determinar el tipo de tecnología adecuado.
Steer Davies Gleave ha asesorado procesos para incorporar nuevas tecnologías en Europa y en América Latina. Aunque la decisión de cuál tecnología es la mejor está lejos de ser sencilla, nuestro trabajo con operadores privados y gobiernos nos ha enseñado que un análisis detallado desde distintas perspectivas permite definir las opciones más recomendables para cada ciudad.