La introducción de coches sin conductor ha sido el tema de miles de líneas de análisis. Muchos de estos análisis han concluido que esto podría provocar una reducción del número de pasajeros en el transporte público convencional. Sin embargo, este debate generalmente conlleva la asunción de que los autobuses no cambiarán. Pero ¿y sí también tuviéramos autobuses sin conductor?
Los conductores forman una parte importante de los costes operativos del transporte público: entre el 50% y el 75% dependen de la jurisdicción y factores locales. Como resultado, las agencias de transporte público que cambien a autobuses sin conductores podrían conseguir mayores ahorros de costes.
Eliminar a los conductores crearía de forma natural algunos costes operativos nuevos, como la necesidad de más revisores de tarifa ambulantes, pero estos costes probablemente fueran menores en comparación con el ahorro. El ahorro de costes podría utilizarse entonces para ofrecer un mejor servicio al tiempo que se mantienen los niveles de subvenciones sin cambios.
Si utilizamos las hipótesis conservadoras de que los conductores suponen el 50% de los costes y los pagos de peajes el 25% de los costes, los autobuses sin conductores podrían permitir potencialmente que los niveles del servicio se triplicaran.
Muchas ciudades y pueblos más pequeños de Norteamérica ofrecen transporte público en servicios cada hora o media hora, haciendo que el uso del transporte público sea práctico, pero no atractivo. Triplicar estos niveles permitiría servicio cada 10-20 minutos, frecuencia suficiente para eliminar la necesidad de que los pasajeros consulten los horarios y para hacer que el transporte público sea mucho más práctico y deseable para usuarios potenciales.
Los niveles de servicio adicional producirían naturalmente un aumento significativo del número de pasajeros y los ingresos, y estos incrementos compensarían casi sin duda el aumento del resto de costes operativos. Así, la introducción de los autobuses sin conductor crearía un círculo virtuoso del crecimiento del número de pasajeros y del servicio.
Los menores costes operativos de los autobuses sin conductores también fomentarían que los municipios sin ellos los implantaran, ya que el compromiso económico sería menor.
Otro punto de debate común es si los vehículos sin conductor de operadores privados podrían ofrecer servicio punto a punto. Muchas agencias de transporte público ya utilizan estos servicios en áreas de baja densidad (o baja demanda). Sin embargo, este método de entrega de servicio está limitado a cuántos viajes puede hacer cada hora en comparación con los servicios de ruta fija, que son más eficientes en áreas de densidad media o alta. Si un área puede mantener transporte público de ruta fija proporcionado por autobuses sin conductores, entonces un cambio a autobuses sin conductores significaría que es todavía más eficiente que un servicio sin conductor de respuesta a la demanda.
El coste de capital de los vehículos sin conductor, en las fases iniciales de desarrollo de la tecnología, será casi sin duda mayor que los vehículos existentes. Sin embargo, la mayor parte del coste del ciclo de vida de un autobús se encuentra en los costes operativos y no en el coste de compra. En consecuencia, un autobús sin conductor que cuesta el doble que un autobús convencional igualmente se amortizaría al cabo de pocos años.
En resumen, los autobuses sin conductor podrían ofrecer una ruta financieramente sostenible para mejoras significativas en los niveles de servicio de transporte público, pese a que los costes probablemente fueran mayores.